DIARIO DE VIAJE
Después de varios días de lluvia y de hacer más bien poco, toca irnos a Noruega.
Nos dirigimos a Oslo, pues queremos ver algunas cositas que nos han gustado. Además, ¡hace solecito! y se está de lujo.
El primer sitio que vamos a visitar es el parque Vigeland, un parque en el que encotramos unas 200 esculturas de granito, hierro y bronce.
Las esculturas más importantes en el parque son:
“El monolito”, que tiene 17 metros de altura y tiene esculpidas las figuras de 121 cuerpos desnudos.

“La rueda de la vida” en el que siete figuras humanas se entrelazan formando un círculo.

Y el niño enojado o con “rabieta”, el (“Sinnataggen”).

Aunque nuestra escultura favorita fue esta:

Después de dar un paseo por allí, nos dirigimos al Norsk Folkemuseum o museo del pueblo noruego, en el que a través de 155 casas tradicionales, puedes ver como era la vida en diferentes partes de Noruega y en diferentes épocas.

La entrada cuesta unos 13€ y merece la pena. La recreación es increíble, las casas preciosas, los trabajadores van vestidos con ropas típicas y hacen representaciones… Y además, podéis ver la iglesia de madera de Gol o Stave Church que se construyó sobre el año 1200.

También pudimos disfrutar de una representación de baile tradicional y música tradicional. Oímos por primera vez el “Hardingfele”, un violín noruego de 9 cuerdas que tenía un sonido precioso.

Aunque nosotros decidimos no entrar con Pupi, en el recinto puedes ir con tu mascota (pero no podrás hacerlo en todas las casas o edificios).
También hay guías que te cuentan más sobre la historia de allí, y es gratuito.
De allí, algo justos de tiempo, marchamos a ver el Museo de los barcos vikingos.
En este sólo entró Samuel, pues es al que le hacía más ilusión entrar.
A las 18H ya estábamos listos para seguir nuestro camino.
Próxima parada: Kjerag